¡Paciencia hijo! ¡Paciencia!

Dios me ha bendecido con dos hermosos hijos a los cuales amo con todo mi corazón y siempre me preocupo por facilitarle las cosas que en verdad necesitan.

Eileen es la mayor y Emanuel es el menor. El otro día mi pequeño pequeño principe me pidió algo que su madre ya le había negado. Era algo que él realmente anhelaba y necesitaba, pero por alguna razón que solo Dios conoce, su madre no quiso acceder a dársela.

Me ví en medio de un gran predicamento, pues como padre, no debía desautorizar a su madre, pero mi corazón se debilitaba al querer complacer a mi hijo y darle lo que me pedía. Un rayo de luz vino a mi mente y le dije: "mira Manny, alla arriba en el cielo está Dios y aunque yo quisiera darte lo que me pides, no puedo contradecir a tu madre, así que, por que no le pedimos a Papa Dios que toque el corazón de mami para que ella cambie de opinión. ¿Tú crees que Dios puede hacerlo verdad?" mi niño de tan solo seis años con resignación sorprendente me dijo: "si papi Dios puede".

Juntos oramos y al terminar le dije "Manny, Dios hará la obra, solo tienes que esperar un poquito y El lo hará". Para no cansarles con la historia, les diré que dos semanas más tarde, su madre me dijo que había reconsiderado su posición, y que si mi presupuesto lo permitía, ella aprobaría que le diera a mi hijo lo que él quería.

Los designios y propósitos de Dios nadie los conoce, El obra como quiere y cuando quiere. Nosotros como cristianos, al estar en necesidad o angustia, o cuando no le hallamos salida a la situación o problema que nos mortifica, debemos ir en oración con fe al trono de la Gracia, sabiendo que tendremos respuesta (Lucas 11:13). Es necesario que, en actitud sumisa y reverente y pidamos a nuestro Padre, que en el nombre de Jesús (Juan 14:13-14) nos ayude, que nos supla, conforme a su voluntad.

Luego sin importar la importancia, gravedad o urgencia de nuestra petición, debemos esperar pacientemente su respuesta (Salmos 40:1), respuesta que nunca llegará tarde, pues El siempre llega a tiempo.

Es cierto que como humanos, somos impacientes por naturaleza y tendemos a desesperarnos, pero el creyente sabe que Dios está en control y cuidará de nosotros pues nos ama y siempre está en disposición de darnos lo mejor. Basta solo clamar (Jeremías 33:3 ) y esperar con paciencia el tiempo de Dios, de seguro su respuesta será conveniente y satisfactoria.